LAS PROCESIONES DE SANTOS EN LA ISLA DE MARGARITA

En todos los pueblos, grandes o pequeños de Margarita, donde se celebran festividades religiosas a Santos, Santas y Divinidades, se llevaban a cabo solemnes procesiones. Colocaban la imagen venerada sobre un amplio mesón que recubrían con “Faldones” y adornaban con flores naturales y artificiales e iluminaban con velas esteáricas o de cera, puesta en candeleros de diferentes formas y tamaños. El mesón sagrado era transportado sobre las cabezas de fieles devotos que a pasos lentos y rítmicos y entre una gran profusión de fuegos artificiales, música de viento y alegres repiques de campanas, recorrían todas o casi todas las calles del vecindario. Mujeres y hombres, viejos y mozos y hasta niños y niñas, la seguían contritos, entre oraciones, súplicas, sollozos y plegarias. El Sacerdote, sus monaguillos y varias pueblerinas previamente escogidas, precedían la manifestación, cantando letanías y salves en las casas que se lo requerían y donde las cancelaban conforme a lo acordado por el Párroco. Al caer de la noche y cuando ya los luceros empezaban a adornar la bóveda celeste, retornaban al sitio de donde habían salido, para no volverlo a hacer sino hasta un año después, salvo causas extraordinarias o medidas especiales, que impusieran, la comunidad o la superioridad eclesiástica. Así eran las procesiones de antaño en Margarita, herencia de los primeros pobladores españoles y traídas con sus ancestrales creencias, que fueron traspasándose en esta Isla de generación en generación, aunque con algunas ligeras modificaciones, producto del paso del tiempo, de las distancias y de las transculturaciones que se han ido operando paulatinamente en la región Isleña. Las procesiones se siguen llevando a cabo todavía en forma popular. Las imágenes sagradas continúan bendiciendo casas y huertas, desde sus sitiales de honor, en sus anuales recorridos, ya no sobre las cabezas de fieles y consecuentes “Cargadores de Promesas», sino en carrozas desplazadas sobre ruedas de metal o impulsadas por motores mecánicos. Con todo y eso podemos vanagloriamos en decir, de que algo nos queda todavía de la fe cristiana, inculcada por nuestros antepasados.

(Tomado de ALGUNAS TRADICIONES MARGARITEÑAS  José Joaquín Salazar Franco  “CHEGUACO” 1991)procesion-de-san-juan

IMPORTANCIA ESTRATÉGICA Y MILITAR DEL PUERTO DE PAMPATAR

El cronista de Indias Juan López de Velasco (1571-1574) lo denominó Puerto de Margarita y señalaba que para aquella época, Pampatar reunía de 35 a 40 vecinos.

Desde 1573 se convierte en el principal puerto de Margarita por el negocio de las perlas y ya para 1580, es el centro de distribución más importante de mercancías que venían desde las Canarias, Sevilla o Castilla, las Antillas, Puerto Rico, Cartagena y Santo Domingo.

Estas rancherías fueron atacadas en 1593 por el pirata inglés William Buró. Para 1595 se informa que el gobernador Pedro de Salazar había construido un fuerte y un sistema de trincheras que protegerían al puerto contra los piratas que buscaban perlas. Durante todo este tiempo, las denominaciones pasan a ser Puerto Real de Mampatare, Mompata, Mompatare, Sabana de Pampatare, Mapatare y Pampatar, voces indígenas en referencia a la salina o “Pueblo de la Sal”.

Para 1664 se inicia la construcción del castillo San Carlos Borromeo, bajo la administración del gobernador Don Carlos Navarro y su culminación data aproximadamente de 1684, tras 20 años de trabajos y reparaciones.

Guillermo Morón en su Historia de Venezuela, refiere que el entonces gobernador Alonso del Río y Castro mandó a levantar un censo en el “Puerto Principal de Pampatar” en 1757, donde se reflejaba la existencia de 558 personas, entre las que figuraban 76 esclavos.

Entre otras noticias de la época de la Colonia relacionadas con Pampatar, encontramos que en el 1765 fue incorporado junto a Trinidad al comercio libre autorizado por la Corona española.

Por lo tanto, los otros puertos de la provincia debían enviar sus mercancías hasta esta rada, desde donde deberían salir hacia España.

Santiago Suárez en su obra Las Milicias. Instituciones Militares Hispanoamericanos, indica que el Rey de España aprobó el 4 de noviembre de 1776, la formación de una Compañía de Milicias de Blancos para la defensa del puerto de Pampatar, uso y ejercicio del cañón en el número de 100 plazas, quienes vestirían uniforme de lienzo crudo, collarín y vuelta encamada, botones y galón de sombrero amarillo.

Las salinas de Pampatar fueron eje fundamental en la economía colonial, por ese motivo, el 17 de marzo de 1782, el intendente José de Ábalos le dirige un oficio al Gobernador Subdelegado de Margarita, Félix Francisco Bejarano sobre el estado de las mismas y le previene en la conveniencia que sean inutilizadas las más pequeñas que existían en la isla, al igual que las de Coche, para que solamente fueran explotadas y vigiladas las de este puerto.

Por otra parte, el gobernador José Longar y Cobián informaba en 1784 que se estaba construyendo una iglesia nueva más amplia, porque la capilla del castillo era ya insuficiente para la población.

Las crónicas refieren que en el mes de agosto de 1790, un huracán que duró dos horas, hizo encallar los barcos en el puerto, pero no destruyó las fortificaciones levantadas, mientras que la mayoría de las actividades normales de la población siguieron su curso.

Para 1792 existía en Pampatar una Compañía de Tropas Veteranas, cuyo cuartel funcionaba en una casa alquilada. Los pagos de los alquileres fueron suspendidos en 1793.

El 6 de enero de 1817, siguiendo las instrucciones del Libertador Simón Bolívar, el almirante Luis Brión organiza la Marina en Pampatar, por lo que establece en este puerto el cuartel general provisional y la Primera Corte del Almirantazgo de Venezuela.

Entre las tareas encomendadas, figuraban la de poner coto a las actividades de los capitanes que navegaban sin patente de contramarca y de piratas de los ojos de la parte afectada que atacaban a los buques que navegaban con bandera amiga o neutral, por lo que más tarde el propio Brión va a promulgar el 4 de marzo un Reglamento de Corzo.

Sin embargo, la fecha precisa del establecimiento de la Corte del Almirantazgo en Pampatar es el 12 de febrero de 1817, por lo que Brión comunica formalmente su establecimiento a los gobernadores de las islas vecinas.

(Tomado de GARÚAS Y MARULLOS de José Jesús Indriago Carillo, 2012)

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LA ISLA DE MARGARITA: SIEMPRE PRESENTE

Pero, señor Presidente y señores Diputados es necesario que la inspiración, de que hablé al comienzo, se agrande más en mi sensibilidad, para decir aquí otras cosas que están fuera de la lucha del margariteño de los Caños, en Cabimas, en Punto Fijo, en Puerto La Cruz, El Tigre, etc. Quiero referirme a la volun­tad que se destaca en la fuerza creadora de la cultura. Hoy cuando el Congreso Nacional va a aprobar en una sola discusión la Ley para la creación de una Zona Franca en la Isla de Mar­garita, está rindiendo culto a la figura preclara de Francisco Antonio Rísquez, está siendo generoso con la figura inmensa, de humilde y largo apostolado de Monseñor Nicolás Eugenio Na­varro; está el Congreso ratificando a la Nación que Margarita es un pueblo con méritos notables; está rindiendo reconocimien­to a la Margarita que en La Sorbona discute a Pasteur, por boca de Francisco Antonio Rísquez, quien impone la teoría química de la causa de las enfermedades contra la teoría patológica del sa­bio francés. Con la aprobación de esta Ley, el Congreso le está diciendo a Margarita que merece esto y más. La oportunidad es propicia para manifestar que hoy, en este gobierno de coalición, Margarita tiene entre sus hijos al segundo jefe de ese gobierno, al Doctor Jóvito Viílalba, y que además cuando un obrero pe­trolero margariteño presta su concurso en los campos del Zulia, de Anzoátegui u otras regiones, cuando hoy un humilde labriego cultiva en los campos de Pedernales o de Tucupita; tiene tam­bién un hombre valioso, el Doctor Luis Beltrán Prieto Figueroa, como Presidente del Congreso Nacional; un Ministro de Fomento; la Presidencia de FEDECAMARAS; tiene en Alejandro Her­nández, la Presidencia de PRO-VENEZUELA; un Ilustre Prela­do, Monseñor Benítez Fontúrvel, dirigiendo espiritualmente los pueblos de Lara y Yaracuy.

Quiero elevar mi voz y responsabilizar especialmente a los margariteños que hoy tienen fuerza de poder para que sean los primeros dolientes de esa tierra que sufre, de esa tierra que bebe copas de amargura por la falta de una economía propia, para que desde sus respectivas posiciones trabajen y luchen por con­cluir definitivamente con la miseria injusta de un pueblo que lo ha dado todo en beneficio de la totalidad de la patria, y de la Nación.

(Tomado de Bernardo Acosta, Discurso en la Cámara de Diputados el 16 de agosto de 1966, publicado en ZONA FRANCA de Felipe Natera Wanderlinder, 1987)bernardo-acosta

EL PADRE GABRIEL FIGUERAS LLAGOSTERA

Quiero agradecer al Ilustre Concejo Municipal del Distrito Mariño, la designación de mi persona para pronunciar estas palabras; tarea nada difícil por tratarse de un gran margariteño que ha dedicado su vida, con humildad y vocación de servicio, a la juventud neoespartana.

Me refiero a nuestro querido amigo y maestro el Padre Gabriel, con quien com­partimos estos momentos de alegría, y le tributamos un sincero homenaje, de cari­ño y admiración por su fecunda obra como Carmelita, Pastor y Maestro de la grey de Porlamar en sus 30 años de trabajo fructífero que está cumpliendo en nuestra región y 60 años de su nacimiento que hemos venido a festejarle.

Hablar del Padre Gabriel es hablar de nuestra historia regional, de la llegada de los Carmelitas a Porlamar, y de la celebración de los 450 años de nuestra ciudad.

Un día 12 de julio de 1922, llegan los Carmelitas a Margarita al frente de los cua­les se encontraba el Padre Elías Sendra, de grata recordación para nosotros por la profunda huella sembrada en el corazón de nuestro pueblo; vino acompañado por el Padre Espiridión Cabrera y el Hermano Ludovico Ayet. Un día después tomaban posesión de la Parroquia de Porlamar. En 1924, por iniciativa de los Carmelitas, se funda en Porlamar el Colegio Nuestra Señora del Valle, de las Hermanas de la Consolación, y en 1927 se inicia la construcción de la sede actual de este querido colegio para la juventud femenina con la apreciable ayuda del Padre Elías, demostrando el mismo entusiasmo y empeño que pondría en la construcción de la Iglesia. Gracias a esta feliz iniciativa Margarita cuenta con este prestigioso colegio, gozando muy merecidamente de la estima aprecio y respeto de la comunidad.

El 16 de septiembre de 1951, los Padres Carmelitas fundan el Colegio San Nicolás, orgullo de nuestro pueblo …Y hace exactamente 30 años le corresponde al Padre Gabriel cumplir la misión d sus superiores y viene a Margarita desde Barcelona, España, a integrarse a la comunidad neoespartana y a dirigir nuestro querido Colegio San Nicolás en una vieja casa de Porlamar. Construye su nueva y moderna sede y completa la Primaria y Bachillerato. Convirtiéndolo en uno de los mejores colegios del país. Es allí donde recibimos de él sus sabias y pacientes enseñanzas, sus consejos como maestro. Allí aprendimos a quererlo, admirarlo y respetarlo y a cultivar una amistad inalterable sólida que nos enorgullece a todos y nos afianza espiritualmente.

El Padre Gabriel Figueras Llagostera nace en Olot, España, el 13 de noviembre de 1925, toma el camino de la vocación sacerdotal a los 19 años de edad y se orden el 27 de agosto de 1950. Es designado Director del Colegio Tarrajas en la provincia de Barcelona y lo trasladan a Margarita por orden de sus superiores el 15 de septiembre de 1955, encargándose de la dirección del Colegio San Nicolás al día siguiente y el cual ha dirigido hasta el presente con lujo de aciertos.

El Padre Gabriel se ha integrado como humano a nuestra comunidad desde el primer momento, y no hay hecho social o acontecimiento grande o pequeño de nuestra región que no cuente con la presencia de él, donde se le reclama con cariño y respeto. Sus alumnos siempre hemos tenido presente sus consejos, sus prédicas hemos contado con su aliento en los momentos difíciles, para no desmayar en 1a lucha.

Su vida ha sido ejemplar, para satisfacción de todos. Ha sabido convivir como hombre y sacerdote y su vida es una permanente lección digna para las nuevas generaciones. Siempre se ha mantenido en el perfecto equilibrio, de buen humor aceptando bromas pero sin descender nunca de su alta dignidad de Pastor de Cristo, sin sucumbir ante las tentaciones humanas, ha sabido mantenerse con sobriedad pero sin estridencias. El Padre Gabriel ha sabido combinar el ser hombre, maestro, sacerdote y, sobre todo, amigo.

Su amistad y ejemplo se han proyectado en el tiempo.

Su obra ha sido grande y fructífera en contraste con su humildad.

El Padre Gabriel ha sido un hombre satisfecho, conforme, obediente, comprensivvo y feliz. Lo único que alguna vez he notado que lo inquieta es la posibilidad, para los margariteños descartada, de que sus superiores pudieran en un momento dado separarlo de la Margarita que él tanto ama y la que lo reclama y reconoce como uno de sus más preclaros hijos.

Estamos ante una vida ejemplar, orgullo de Margarita y su pueblo.

(Tomado de Virgilio Ávila Vivas en la revista MARGARITEÑERIAS, Nº172 de noviembre 1985)padre-gabriel

EL DOCTOR FREELAND

Los primeros médicos en ser citados como presentes en las islas que conforman el estado Nueva Esparta, son el licenciado Diego de Fornicedo y el bachiller Juan Martínez quienes se encontraban en Cubagua en 1528.

Luego vamos a encontrar un vacío documental, hasta 1655 cuando durante el Juicio de Residencia al Gobernador de Margarita Pedro Rojas Manrique van a mencionarse los cirujanos Manuel Rodríguez y Antonio Silbera de la Zerda. Posteriormente, en 1751 se encontraba como ciruja­no en La Asunción, Juan Lartiga. En 1799, según una certificación, ejer­cía como médico en La Asunción, Juan Francisco Torcat, y en Pampatar se encontraba Oliverio de Labadie, quien se decía profesor de Medicina. En el mismo año ejercía como médico en el Valle del Espíritu Santo, Bar­tolomé Ballester, quien decía tener 44 años de edad, y 27 de práctica médica, habiéndose graduado en el Colegio de Cirugía de Mallorca. Pero aparte de estas referencias, son muy escasas las informaciones sobre la presencia de médicos en Margarita durante la época colonial y en los siglos posteriores.

En las dos últimas décadas del siglo XIX, ejerció la medicina en Pam­patar un inglés llamado John Ellis Freeland, quien gozó de gran fama en toda la Isla y en pueblos cercanos de la Tierra Firme por lo acertado de sus diagnósticos. No se sabe la fecha exacta de la llegada de este médi­co a Margarita ni cuando se ausentó de ella. Lo cierto es que, de todos los pueblos de Margarita y de la Otra Costa acudían a Pampatar los enfer­mos más graves, a quienes los cuidados y prescripciones de los curiosos o empíricos no habían podido aliviarle la enfermedad. El doctor Freeland se convirtió en una especie de última instancia para la salvación de los enfermos. Fueron numerosísimos los curados por Freeland, y su recuer­do se perennizó en la frase: “No lo salva ni Frila», queriendo significar con ello que la enfermedad o el problema presentado ya no tenía remedio o solución.

“1888.- Se encontraba en Pampatar J. S. Freelend, MD. C.N. Doctor en Medicina y cirugía”. Aunaba a sus blasones científicos una aureola de bondad y filantropía, que le hizo merecedor del aprecio del pueblo insular. Por los aciertos del Dr. Freeland, quedó aquella máxima: No lo salva ni Frila”. (Jesús Manuel Subero. Biografía Sentimental de Pampatar. 1988, p.174.

Hoy día se necesitarían muchos doctores Freeland para salvar no el cuerpo de los margariteños, sino el alma lacerada por tantos dolores.

(Tomado de MARGARITA EN 302 HISTORIETAS de Ängel Félix Gómez, 2001)freeland